-Sal del nido-vuela-
Mis manos sobre el timón, respiraba lentamente. El miedo me visitaba,
lo sentía tan cerca de mí. Pero en medio de todo ese conflicto interno
escuchaba una voz que me decía: “Todo va a estar bien, tranquila yo estoy aquí”.
Me sentía tan segura de que mi papá sostuviera el asiento de mi bicicleta, de
pronto me llené de valor y le dije a mi padre que estaba lista para intentar
manejar sin aquellas dichosas rueditas. A la cuenta de tres empecé a pedalear
con todas mis fuerzas, no podía creer que lo estaba logrando, feliz volteé a
ver a mi papá a quien había dejado
metros atrás de pronto mi próximo encuentro fue con el pavimento.
Soy la mayor de dos hermanos, la princesa de la
casa, según algunos la consentida. Mis papás estaban involucrados en todas mis
actividades. Mi nana me preparaba mi lonchera con deliciosos refrigerios, mi
madre me ayudaba a ordenar y organizar todas mis cosas en mi habitación. Cuando
llegaba del colegio siempre me esperaba un almuerzo caliente, mi uniforme
limpio y planchado para el día siguiente. Si se me caía un botón de mi blusa,
mi mamá tenía la solución, si no lograba descifrar una tarea mi padre se
convertía en un científico en mis proyectos de ciencia y durante mi
adolescencia nada de esto cambió.
En una mañana fría de octubre a mis 17 años estaba
en un vuelo con destino a un país extranjero para emprender una aventura de 9
meses fuera de casa para compartir con personas desconocidas. Una experiencia
sin duda inexplicable. Fue hasta entonces que me encontré con que no tenía a
papá y a mamá para que salieran en mi auxilio.
Las meriendas
las tenía que preparar yo sola, a prueba y error fui descubriendo muchos
secretos de la cocina, me di cuenta que el hecho de la lavar la ropa no era tan
fácil como lo parecía, pues si no tenía
cuidado mi blusa podía convertirse en rosa. Ahora era yo la que me molestaba
conmigo misma por dejar todo tirado y desordenado pues encontraba mi habitación
hecha un desastre. Perdí varias blusas
mediante mi proceso de aprendizaje del arte de planchar la ropa, aprendí a
pegar botones y a administrar el dinero.
Regrese a Guatemala, sin embargo no volví a vivir en
casa de mis padres. Los visito cada cierto tiempo, tantas veces pueda, pero es
evidente que ahora ya no es lo mismo. Trabajo y me costeo mis estudios, he
aprendido tanto como a transportarme sola en el bus público como a pagar cada
uno de los servicios que requiero. Soy una joven soltera que salió de su casa
en busca de desarrollo personal quien era muy dependiente de sus padres y ahora
las consultas son ocasionales.
Por lo cual se me resulta difícil ver a un hombre
soltero adulto que todavía sigue dependiendo de sus padres en muchos sentidos.
Que no pueden lavar ni su propio plato de comida y que les resulta difícil salir
de viaje pues no saben planchar su pantalón, que andan pidiendo permiso a su
mamá para salir. La cultura machista de Guatemala nos ha enseñado que sólo las
mujeres son las que barren, trapean, planchan y cocinan. Sin embargo sin caer
al feminismo, recalco que los tiempos van cambiando. Y ¿qué vas a hacer, si un
día te surge una oportunidad de trabajo en otro país, del otro lado del charco,
en donde estarás viviendo solo?
Salir del nido para aprender a volar en la vida
tiene sus beneficios como también sus desventajas.
- · Desarrollas la independencia sin embargo esta trae más responsabilidades.
- · Aprendes a manejar la presión y salir a delante por ti mismo aunque el estrés esté presente y muchas veces puedes caer en depresión si no lo sabes manejar.
- · Creces en tu madurez pero muchas veces te olvidas de disfrutar de los pequeños detalles de la vida.
- · Aprendes a valorar los recursos de la vida aunque algunas veces te topes con limitaciones económicas.
- · Te conviertes administrador de tu tiempo pero si no tienes un balance serás esclavo del mismo.
Así que si
eres un soltero adulto y todavía vives en la casa de tus padres, trata de
independizarte poco a poco, obteniendo más responsabilidades, demostrando que
tú puedes hacerlo. Claro que siempre está bien reconocer que necesitamos de los
demás, pero encárgate de pequeños detalles como, hacer tu cama, ordenar tu
habitación, lavar tus platos pues tarde o temprano saldrás del nido y tienes
que prepararte para ese vuelo.
Salir del nido no será nada fácil, así como el aprender
andar en bicicleta sin las rueditas, lleva todo un proceso, al inicio quizá te
sientas inseguro e incómodo y está bien
sentirse así. Sin duda golpearás el pavimento muchas veces pero como todo un
campeón debes levantarte, porque al
pasar el tiempo te sentirás bien y estarás más preparado para las pruebas que
te trae la vida. Así que si te llegó
la hora de volar y aún estás en el nido, salta y vuela.
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